lunes, 25 de mayo de 2009

Lectura II: Hamlet

Ser o no ser, esa es la cuestión. Ésta es, sin duda, una de las frases más conocidas a nivel mundial. ¡Y qué razón tiene! ¡Qué reflexiones me han valido estas palabras y todo el significado que engloban! Pero, paso por paso.

Hamlet
William Shakespeare

Obra publicada por primera vez en 1601. "¿Qué hombre honrado no tiene algo de Hamlet?", se preguntan en el prólogo de mi edición. Hamlet es, pues, el príncipe de Dinamarca al que su padre - o mejor, la sombra de éste - rey recién muerto se le aparece para desvelarle la terrible verdad:


Han dicho que dormido en mis jardines
me hirió un áspid, y toda Dinamarca
con el falso relato de mi muerte
fue engañada; mas sabe, ¡oh, noble joven!
que la serpiente que mató a tu padre
hoy lleva su corona.

Esa sierpe es Claudio, nuevo rey de Dinamarca, que no solo goza del trono sino del matrimonio con la reina viuda o Gertrudis. Al saber Hamlet que su padre fue asesinado y el trono dinamarqués usurpado por su propio tío, no siente sino deseos de venganza. Pero las dudas le invaden. ¿Es cierto lo que la sombra le ha referido? Decide entonces representar una obra que narre los hechos y observar a Claudio, pues esta convencido de que su culpabilidad saldrá a flote bajo la luz mortecina de la obra -la comedia: con su ayuda la conciencia del rey veré desnuda.-.

Tenemos por otro lado a la dulce Ofelia, una joven soñadora que ve su amor correspondido... Y Laertes, su hermano que parte a Francia para después regresar a Elsenore clamando venganza por la muerte de su padre, Polonio, al que Hamlet -¡Hola! ¿una rata? ¡Muerta, pardiez, muerta! - hiere mortalmente.

Un final estremecedor que yo, en verdad, desconocía aunque sospechaba. Heridos con su propia medicina... Esto se podría aplicar al Rey y a Laertes. Qué queréis que os diga, yo a este último le he cogido mucho cariño. Es muy entrañable él, como muy protector y algo torpe...

Los personajes, como la trama, me han parecido muchísimo más complejos que los de Romeo y Julieta: Ofelia y su delirar, Laertes y su venganza-fallida (o no), el Rey con su máscara de bondad y preocupación -¡Mi crimen cuán corrupto hedor exhala!-, la Reina y su corazón dividido, el siempre fiel Horacio...

Y Hamlet, de nuevo. Siempre Hamlet. ¡Qué imágenes sobre la Muerte, región incógnita de donde nunca retorna el viajero...! ¡Qué palabras! Detrás del prestigioso Ser o No Ser hay verdaderamente un mundo... Que en polvo eres y en eso te convertirás... Y que Julio César pasó a ser polvo, pasó a ser barro y de ahí a cubrir una mera pared... ¡Qué ironías de la vida, que el rey y el mendigo sirvan de platos en la misma mesa...! Delirios míos, lo siento. Mea culpa. Ya no os hablo del rey danzando por las entrañas del mendigo ¿No? Mejor que no. Es largo de explicar.

Qué maravilla que alguien, como el gran damaturgo que era Shakespeare, con unas cuantas palabras elegidas acertadadamente escogidas pueda hacerte estremecer de esta manera... Quizá es porque solo se limita a decir cosas que son completamente ciertas...

Morir; dormir. No más, y con un sueño
pensar que concluyeron las congojas
los mil tormentos, de la carne herencia,
debe término ser apetecido.
Morir; dormir. ¿Dormir? ¡Soñar acaso!
¡Ah! La rémora es esa; pues qué sueños
podrán ser los que sobrevengan
en el dormir profundo de la muerte.

Saludos, ultimamente más shakesperianos que nunca.
Nataliaa

A mí me resta ya solo el silencio...

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