domingo, 5 de junio de 2011

Yo no voy a ser viejo nunca

Lorca es el primero de todos nosotros:
hay que inclinarse.

JORGE GUILLÉN

Hace 113 años, tal día como hoy, un 5 de junio radiante y que ya anticipa el verano, nacía en Fuente Vaqueros el que sería el más grande poeta – al menos en mi opinión – de la Literatura española: Federico García Lorca. He hablado y hablaré de él hasta la saciedad, porque no se puede dejar de alabar a este genio que innovó de tal forma el panorama cultural español y que tan profunda huella ha dejado en nuestros días. Tristemente se truncó su vida en 1936 por el odio, el rencor y la vida de pocos, pero hoy no es 18 de agosto, hoy es 5 de junio y Lorca acaba de nacer; con él, nacen sus afilados versos, sus imagenes perfectas, su lenguaje que rebasa todo lo hecho hasta el momento, sus metáforas, su voz crítica, su espíritu defensor, su rebeldía, su duende. Con él, renace la Poesía.

Hay que inclinarse, sí, dice Guillén, pero… ¿qué se le regala a un genio como Lorca? No se le puede regalar un cuadro, porque Dalí ya lo retrató varias veces – la imagen de la entrada es un retrato cubista del granadino por parte del catalán –; no se le puede regalar un poema porque Luis Cernuda y Antonio Machado, entre otros, ya lo hicieron – y pocas cosas podrían superar las Odas del propio Federico –; no se le puede regalar música porque él ya la había descubierto toda entera, hasta su más pura esencia -y, además, tenía a Falla a su lado para completar esta búsqueda-; no se le puede regalar juguetes porque él era y siempre fue el eterno niño. Así que, Federico, lo único que te puedo regalar es mi más sincera y profunda admiración que sabes que profesaré siempre y en todo lugar. Porque nadie se va a olvidar jamás de lo que tú hiciste, de lo que tú nos regalaste – y nos regalas aun a día de hoy – a todos y cada uno de nosotros. Gracias.

Y felicidades.
N

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