miércoles, 27 de julio de 2011

Lond(ON)

Y de repente, estábamos en Londres. Un paseo por la playa, unos cuantos ronquidos, unos kilos de menos en la maleta, una tarde de aeropuerto y Londres. Londres de noche, en Luton. Autobús, taxi, casa con fotos de Rory y home sweet home en la nevera, con gatos de peluche y Buzz Lightyears escondidos en los armarios. Y de repente, abro los ojos y estás tú despertándome en pijama, a escondidas, ruidos de desayuno escaleras abajo. Compramos una Oyster que aun guardo en mi cartera y exploramos la estación de Earsfield. Safety information is displayed in all coaches. Do try to keep all your personal items with you. If you see anything suspicious, please tell a member of staff. El paisaje se acelera, rugen las vías. Y de repente, Londres. This is Waterloo Station. Change here for London Underground services. Please mind the gap between the train and the platform edge. Tú con acento británico repitiendo el mensaje mientras abandonamos el andén y nos asalta la ciudad. Nos asalta el cielo con nubes de acuarela, nubes y colores de Turner, nos asaltan los turistas, el Big Ben, el London Eye, el olor a Támesis, el ambiente callejero, la música de baterías ficticias y chelistas con resaca que tocan música barroca. Y un día más, y otro y otro y otro: paseos interminables a la orilla del Támesis con libros de segunda mano, parques con ardillas que roban magdalenas, sofás de hierba, paraguas, camisas, sudaderas nuevas, capuchas, trenzas mal hechas. Nos asalta Nelson desde su columna, Horatio, Horacio, tú sabes que no, tú sabes de quién son esos pies bajo la mesa, tú sabes que lo que me apetece es cruzar de nuevo Abbey Road y no volver a Camden, que me apetece visitar la casa de Sherlock tan solo por coger una tarjeta de visita y leer las cartas sobre gatos desaparecidos, que me apetece un large Capuccino del Nero y un paseo por un parque, por cualquier parque, para tenerte a ti solito. Que me gusta tener fotos de los dos, en Trafalgar, en Picadilly, en St.James’s, en Regent’s, en Buckingham, en donde sea, que me gustan los símbolos del metro y los mapas para enmarcar, que me gustan las camisetas de los Beatles y discutir sobre tallas, hablar sobre el pasado, imitar el acento británico, besarnos por la calle. Y pasan los días y nos sigue asaltando el fish&chips, los magos de la City, el bloque de apartamentos de Winston Smith, el Globe de Shakespere y su cielo sin límites, la lluvia repentina, el yogurt con fresas, tus desayunos con cereales y más cereales, los rollitos de primavera, el mapa de 1.99 libras (Park Road? No, it’s not this way… Oh wait, you’re perfectly right, keep on walking), los autobuses de dos pisos, el pobre Eros y su figura imposible, las banderas, los guardias, los sombreros de copa (y todo). Nos sigue asaltando Londres, aunque nos hayamos ido. Nos sigue ahogando… Y nosotros vivimos cerquísima del río.

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