sábado, 22 de octubre de 2011

Vendedores ambulantes, Máximos Estrellas y conciertos callejeros de viernes

Hoy ha sido un viernes interesante y digno del blog. Sé que la imagen no pega mucho porque la tomé desde la ventanilla del coche en Holanda y, obviamente, hoy no he estado en Holanda; hoy he estado en Zaragoza, esa casa con corriente con nombre propio: el cierzo ha vuelto y bien podría ser el que moviese el verde y lo azul de la fotografía y no un coche alquilado con GPS en francés. Pues sí, que el cierzo ha vuelto al hogar, cual turrón por Navidad, y ya me/nos ha obligado a sacar botas y a llevar capas y más capas. Incluso un gorro gris de lana se ha insinuado en algún momento…

Por eso ha sentado cierzamente, digo, ciertamente bien el café con leche y con porras del valor – aunque sé de alguien que prefiere el chocolate caliente –; en la chocolatería han empezado nuestras aventuras. Primero se ha presentado un señor mayor que vendía libros antiguos y que ha ido de mesa en mesa enseñándolos. Como era de esperar nadie le ha prestado atención – con su lento caminar, la pesada bolsa y los ojos cansados –, así que le he pedido que me enseñase los libros. No tenía dinero, en realidad, pero se ha alegrado de tener al menos una casi-cliente. La cosa ha seguido animándose cuando ha entrado en la tienda el Victor Hugo de España, digo, Ricardo Joven. “Es don Max”, dice Guille. “¿Seguro?”, respondo. “Segurísimo”. “¿Le decimos algo?”. Le decimos algo. Nos acercamos a él. “Disculpe, ¿trabaja con el Teatro del Temple?” Levanta la vista de su periódico – quizá hablaba de Maura y del Ateneo o quizá sólo estuviese recordando a cierto preso catalán –. “Sí”. “¿Es Máximo Estrella?” “Sí”. ¡Encontrarse a un personaje de Valle Inclán en plena Zaragoza! Estábamos en la Buñolería y ni lo sabíamos. ¿Alguien ha visto a Dorio de Gádex? A mí no me importaría conocerlo. Para mí, una apasionada de Valle Inclán, de Luces, de los palcos que no corresponden, de los abrazos que no se dan y sobre todo de la compañía del Teatro del Temple y su trabajo y sus actores *entrevista a Francisco Fraguas aquí, ejem*, ha sido una experiencia para recordar. Además, nos ha recomendado la obra Einstein y el Dodo de Oro que se estrenará en noviembre en el Teatro del Mercado. Asistencia obligada.

Y por la tarde, tras una comida de queso, un café con fotos de los Beatles, un paseo con prejuicios lingüísticos, la música ha salido a nuestro encuentro. No sé qué pasaba hoy – probablemente que era viernes, ya sabéis, I’ve got Friday on My Mind – pero Zaragoza vibraba. Primero, un trío de dos violonchelos y un violín, de esos que merece la pena escuchar, a mitad de Independencia. Y, al inicio de Gran Vía, había vida, basicamente vida, en la música de los Skarallaos, que venían de Galicia para tocar esta noche en Zaragoza:

Y poco más os cuento: sólo que he acabado Murakami y ahora estoy con Emma y León y Carlos en un Flaubert que no conocía y me está maravillando. 

Pasad buen fin de semana.
Pero no paséis frío (:

Natalia

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