sábado, 23 de enero de 2010

Cráneo privilegiado

-Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.
-¡Estás completamente curda!
-Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos del Esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.
"No estamos viendo teatro. Estamos viendo esperpento.", dijo alguien por ahí y no andaba nada equivocado. Ramón María del Valle-Inclán es el padre de esta forma de mirar el mundo tras el espejo cóncavo del fondo del vaso, que encuentra su máximo exponente en la obra Luces de Bohemia y, sobretodo, en su dos emblemáticos protagonistas: Máximo Estrella y Latino de Hispalis. La obra narra, pues, la vida de ambos, pero de una forma más que curiosa: una única noche, en la que no hay más luces que las de los bohemios pernoctantes, nos sirve de maravilla para conocerlos a ambos, y rascar de ese fondo del vaso su carácter y personalidad. Y no solo la de ellos: mientras pasean por un Madrid absurdo, brillante y hambriento, te familiarizas con la familia de bohemios que han hecho de la oscuridad su hogar: los borrachos, taberneros, ministros, los modernistas de la Buñolería Modernista... -¡yo me quedo con estos últimos!-.

La compañía del Teatro del Temple ha realizado una magnífica adaptación de esta complicada obra que aun estáis a tiempo de ver en el Teatro Principal de Zaragoza. Aunque leerla es una maravilla - las acotaciones de Valle-Inclán podrían ser la obra entera-, ver Luces de Bohemia sobre las tablas tiene algo de mágico: tiene esta adaptación un aire tan bohemio - solo se puede describir así, ya me empieza a sonar rara la palabra -, eléctrico y abandonado que te atrae mucho. Los cambios de escenario son geniales y casan muy bien con el ambiente de la obra.

Los actores son una maravilla - nunca me cansaré de repetir que los actores de verdad son los de teatro - y se ha de aplaudir la maravillosa capacidad de mutación que tienen: casi todos ellos representan más de dos personajes y con un leve cambio de voz bordan el personaje. Yo me quedo con el acento nicaragüense de Rubén Darío. Aunque el insuperable es Dorio de Gádex. ¡Y eso tampoco me cansaré de repetirlo!

-¡Pérez, no metas la pata! Don Filiberto, un servidor es neo-maltusiano.
-¿Lo pone usted en las tarjetas?
-Y tengo un anuncio luminoso en casa.

Qué paradoja que cuando amanece y la noche acaba, la obra el esperpento termina. Pero termina como ha de hacerlo un esperpento: con controversia, deformidad, muerte y espejos.

¡Saludos!
Natalia

P.S. Yo me apunto al plan de Don Max y Don Latino de comprar un Palacio en el callejón del Gato. ¿Quién se apunta?

3 comentarios:

Ladynere dijo...

¡Yo me apunto! Un palacio en el Callejón del Gato, y una estatua a Max Estrella, como la que tienen de Valle-Inclán en Madrid ;)

Thurvangar dijo...

Amo Luces de Bohemia ^^
Sonará extraño de mí, pero lo he leído tantas veces que sería capaz de representar la obra yo sólo, en mi habitación.
Y a todo esto, me he propuesto seriamente leer en toda su extensión y reflexión Crimen y Castigo...

maRini dijo...

Yo casi que me quedo con el boleto de lotería premiado y me mudo a otra parte. Que,ahí donde lo ves, estoy un poco cansada de tanto gato...
un besito!