Por amor al arte

He aquí las instrucciones: bajar un poquito el volumen de la canción y escucharla con esto de fondo. Porque esto fue mi martes. Mi martes fue un caos. Un caos constante y que se inició nada más salir de casa, cuando Zaragoza decidió romper a llorar y yo no llevaba paraguas. Tampoco llevaba capucha ni botas. Llevaba un abrigo fino y Converses. Me chipié, como decimos los maños. Sí, sí, me chipié de arriba a abajo. Parecía recién salida de la ducha cuando llegué a mi clase. Qué caos. Caos constante, porque al volver a casa, la historia se repitió. Yo no sé cómo no enfermé porque it rained cats and dogs.

Y, además, intrépida yo, decidí que era el día más oportuno y más adecuado para ir a la biblioteca a buscar lectura. Y seguía lloviendo y lloviendo y lloviendo. Esta vez salí más preparada: paraguas, gorro, deportivas, abrigo. Sólo que una deportiva estaba rota y mis calcetines no lo soportaron. Pero todo sea por conseguir Corazón tan blanco de Javier Marías, que me está maravillando. Así que, por al amor al arte, una se juega la vida – o al menos, la de sus calcetines – Creo que mereció la pena.

Aunque, si estamos hablado de artistas, he de mencionar a mi artista favorito, que me ha hecho este retrato en el que me convierte en Ringo y con el que me deja sorprendida una vez más – claro, porque es el mejor, como todos ya sabréis –:

Yo ya le dije que es such a lovely audience que no se puede ir a ningún sitio, que en Pepperland se está muy bien.

Pero ahora, esta chica que, desgraciadamente, no viste de rosaringo ni está con su persona favorita, se tiene que ir a dormir, porque mañana se examina de Kafka y necesita descansar. Así el fin de semana llegará un poquito más rápido.

¡Muchos besos!