London calling at the top of the dial (vol.1)

¿Te vienes conmigo a romper guitarras en escenarios de Londres? Porque yo ya dije que tenía que volver; lo dije, lo escribí aquí:

El viernes por la mañana aun tuvimos tiempo de pasear y despedirnos... pero no con un adiós, sino con un hasta luego, porque yo sé que he de regresar a esa ciudad.

¿Te acuerdas cuando nos conocimos? Llevaba mi diario de Londres, sí, ese con letra griega y notas sobre Ringo Starr. Ya te conté que tenía el síndrome post-London: esa gran necesidad de regresar. Y tú me dijiste que habías estado de peque y que preferías Nueva York, que es de donde acababas de regresar con una propuesta anti-rutina tan similar a la mía. Y yo te dije que no; que Londres mejor, que tenía que volver. Teníamos que hacer un listening – Romeo y Julieta dibujados en el libro de inglés – así que no pudimos discutir mucho más. Luego quedábamos por las tardes y hablábamos de Liverpool. Hablábamos de que viviríamos en Inglaterra y tú aun ni siquiera me habías besado. Y luego… Quién narices quería irse a América; qué era Washington comparado con unos burritos, un ampli, un sofá, un banco, una peli, una cena, dos, una piscina. Estábamos lejos de Londres. Muy lejos. Pero me consolé todo el verano – esos dos largos meses singuille – con la idea abstracta y efímera del verano 2011, de hablar inglés en Inglaterra y no en América, de hacerme fotos con el Big Ben y contigo y con  el Támesis y contigo y contigo y contigo. Y lo veía tan lejos; tan imposible. Pero ahora… Ahora nos vamos. Ya está casi. Este verano, nuestro verano.

Próximo destino: Londres. Julio. Dos semanas. El mejor chico del mundo.

Londres está, definitivamente, llamándonos.
¿Vienes?

Nata