jueves, 6 de marzo de 2008

Junto al sepulcro


Ya ha pasado casi una hora desde que llegó la medianoche, haciendo que el aire no entrara en mis pulmones durante unos instantes, al imaginarme a mi amada, a Tisbe, saliendo de su casa, vestida de blanco, como los reflejos de la luna que caerían sobre las arrugas del vestido sobre su blanquecina piel, intocable para mí…por el momento.

Decido que ya puedo marchar. Me levanto de la cama. No necesito ningún equipaje, sólo a Tisbe…y ahora, por fin, podré reunirme con ella, junto al sepulcro del rey Nino…

“Por fin, por fin” repite una voz en mi cabeza, como si de un eco se tratase.

Echo un último vistazo a mi habitación. No creo que eche nada de menos en ella. Tan sólo aquella pared, mi confidente noche tras noche.

Pero debo marchar, pues no hay tiempo que perder.

Por la calle no hay nadie, obvio. Camino, atravieso calles y callejuelas, respiro agitadamente, mi corazón amenazando con salirse de mi pecho atormentado por el sufrimiento de aquella vida, centrada en todo momento en Tisbe, aquella vida prohibida por nuestros padres, aquella vida apasionada, vivida a través de una afortunada pared, aquella vida que ahora parece salir a la luz.

Llego al claro del bosque. Allí está el sepulcro del antiguo rey. La luz de la luna baña el claro, coloreando la hierba de blanco, haciendo que mis ojos se cierren varias veces, mientras busco a Tisbe.

Pero no está. No la veo.

- Tisbe – susurro, pues aún tengo miedo de ser descubiertos.

Nadie responde. ¿Qué ocurre?

Entonces lo veo.

Un espectáculo que hace que mis ojos se cierren de nuevo, no por la luz cegadora de la luna, sino por las lágrimas que nublan mi visión y hacen que me sienta completamente impotente, más de lo que me he sentido nunca, más impotente incluso, que cuando caí en la cuenta que nunca podría tocar a mi amada, a no ser que lo hiciera a través de una pequeña abertura en la pared de mi habitación.

Ahí estaba Tisbe.

Sí, estaba, pero no estaba viva.

Tumbada en el centro del claro, con los cabellos rubios desparramados alrededor de su cabeza, como si de un abanico abierto se tratasen, Tisbe parece dormir, con la piel brillante bajo la luna…

Pero no dormía…Un reguero de sangre se deslizaba por su frente…Llego rápidamente a una terrible conclusión…Está muerta… “Muerta, muerta” repite el eco.

Toco su mano.

- ¡Oh, Tisbe! ¡Debiste vivir tus luminosos días! ¡Yo sólo soy el culpable! – grito a la luna - ¡Y pues que yo lo soy por haberte dejado venir sola…justo es que tenga el fin que tú has tenido!

Lo decido de repente. ¿Para qué vivir, sin Tisbe?

No hay ningún sentido en vivir esa vida vacía.

Saco mi puñal, que siempre me acompaña anudado a un cinto en mi cadera, y, tras un último vistazo al cuerpo reluciente y magnifico de mi siempre amada Tisbe, bella como ninguna, lo clavo en mi pecho.

Después, todo acaba.
···
Estaos pendientes...Dentro de unos días, las otras dos partes...
Espero que disfruteis..
Fdo.
Natalia López

3 comentarios:

Meg dijo...

Hermoso, esperare ansiosa las otras dos partes de tan bella historia.

Un abrazo.

LiLü [Èterno Rèsplandor..] dijo...

Hola Natalia, mucho gusto!
gracias x pasar x mi blog. La verdad k me encanta el tuyo. Por lo visto t gusta mucho leer, eso esta muy bueno!

Tmb me encanta la historia k estas postiando, x decirlo asi..
me hace acordar mucho a la pelicula "Sueño d una noche d verano" y me acuerdo Kevin Kline (Hermoso hombre x cierto) y alguna sonrisa se me escapa =)

Espero tu proxima actualizacion!
Saludoss
LiLu,,

Anónimo dijo...

Gracias por pasarte por mi blog^^

Me gusta mucho el texto, estaré pendiente de el resto de la historia.