jueves, 12 de marzo de 2009

Añil

Con este relatín he quedado primera en la primera edición de los Premios Páginas Escritas, del blog de JR. Disfrutadlo!

AÑIL

Diminutas motas acuosas se adherían a la ventana, cuyo marco de madera húmedo crujía arcanamente, creando un aura que quebraba el silencio que imperaba sobre el viejo caserón. La cetrina hiedra que trepaba por las paredes dejaba que las gotas perladas de agua se deslizasen por su tallo sin fin para hundirse en unos pequeños charcos, quizá únicos testigos de la súbita tormenta que aquella tarde había acaecido sobre el pequeño pueblo, en el que se desgranaban los últimos días de un marzo cenizo y gris.

Mas otros ojos, de iris claros que rayaban en el color añil, observaban las lágrimas de las que el cielo velado se desprendía. En aquellos luceros violetas estaba pintada la inocencia. Enmarcados en un rostro redondeado, iluminado por una sonrisa curiosa, los ojos estudiaban el paisaje, ampliado retrato del rocío de la llorosa hiedra que se mezclaba con las penas de la bóveda celeste que cubría todo aquello.

El camino se había convertido en ciénaga para placer de la niña, que se divertía siguiendo el recorrido de las gotas sobre el cristal, y aquella vereda se presentaba desierta y sin ningún misterio frente a su imaginación candorosa.

Tras unos minutos en los que la lluvia siguió mezclándose con el horizonte y confundiéndose con él, una figura se hizo visible en la lejanía. La niña abandonó su juego al percatarse de este hecho, pues nada resultaba inescrutable para ella y para sus espías ojos añiles.

Aquel perfil, aquella sombra coloreada por el resplandor trasparente de las perlas al ser atravesadas por algunos rayos de sol que madrugaban en la tormenta, seguía avanzando, pero lo hacía lentamente, como si no tuviera prisa alguna por alcanzar su meta, fuera cual fuese ésta. Casi podía decirse que se deslizaba, que se dejaba llevar por el ritmo impuesto por el caer y caer y caer de la lluvia.

Conforme aquella figura rebasaba los invisibles límites establecidos por aquel interminable llanto, sus rasgos se fueron definiendo, tal como si las gotas de agua lustrasen la palidez de su rostro anguloso y plateasen sus cabellos de un rubio húmedo.

Sus andares sinuosos parecían detener el tiempo, y por un instante todo el ambiente pareció respirar una acuosa tranquilidad. Tal poder emanaba de su caminar delicado, quebrado, frágil, que sus pisadas ya resonaban en cada recoveco y toda la vegetación latía al compás de sus pasos.

Lo último que los curiosos ojos violáceos alcanzaron a ver fue casi un reflejo de ellos mismos, mas tiznados de un color azabache, y ensombrecidos por unas crenchas áureas, de las que aquellos haces de luz incipientes arrancaban destellos argénteos. Después se desvaneció, al mismo tiempo que las lágrimas anegaban los iris añiles de la niña. Y cuando estas lágrimas recorrieron sus arreboladas mejillas, dejando tras ellas transparentes sendas, los rayos de sol comenzaron a iluminar la vereda y el cielo abandonó su llanto.

4 comentarios:

mandy dijo...

enhorabuena!!
a mi me gustó mucho cuando la leí
te lo mereces!!

byee!!

maRini dijo...

La verdad es que es fantástico...lo cual no es novedad en tus escritos.
Enhorabuena!
un besotee

Fractured hand. dijo...

Felicidades :D:D
Y por otra parte, es fantásticos el texto ;)

Thurvangar dijo...

Nunca jamás en mi whole vida sería capaz de escribir algo así. Me sería totalmente imposible. Ya sólo con la primera frase me has matado.
Es un relato hermoso y muy grandilocuente pero significativo, claro está.
No quiero quedar como un idiota y decir que lo he entendido completamente, y confieso sin vergüenza que voy a necesitar más que esta lectura a vuelapluma para extraer todo el significado de entre tan elegante redundancia estilística y descriptiva.
Enhorabuena. Ahora mismo sé exactamente por qué mi relato escrito en diez minutos para el concurso ha pasado desapercibido xDxD Pero bueno, tampoco había pensado que pudiese ganar, el caso era animarse a la participación.
Repito de nuevo: te mereces haber ganado.