De turbiedades a heridas

Tras publicar la entrada anterior referente a la novela de Pío Baroja, El árbol de la ciencia, charlaba con mi madre acerca de la mencionada obra, pues como la edición era suya de su época de estudiante había varias anotaciones que estuvimos repasando - de su cosecha, o de la de mi tía, aun no estamos muy seguras, es el dibujito que colgué-. Así nos reímos un rato recordando sus clases de literatura y todos esos libros obligatorios que les hacían leer - ¡qué envidia! -. Una cosa llevó a la otra y acabamos hablando de un poema sobre el que tuvo que hacer un trabajo y que siempre le había gustado mucho. Tras indagar y buscarlo, he descubierto que a mí también me parece maravilloso y aquí os lo dejo, como recuerdo a esos tiempos pasados y a los que aun estan por venir.

Tú que hieres
Blas de Otero

Arrebatadamente te persigo.
Arrebatadamente, desgarrando
mi soledad mortal, te voy llamando
a golpes de silencio. Ven, te digo

como un muerto furioso. Ven. Conmigo
has de morir. Contigo estoy creando
mi eternidad. (De qué. De quién). De cuando
arrebatadamente esté contigo.

Y sigo, muerto, en pie. Pero te llamo
a golpes de agonía. Ven. No quieres.
Y sigo, muerto, en pie. Pero te amo

a besos de ansiedad y de agonía.
No quieres. Tú, que vives. Tú, que hieres
arrebatadamente el ansia mía.

Comenzamos hablando de Pío Baroja y acabamos en Blas de Otero. ¡Pero qué descubrimiento!

Besos!
Natalia

P.S. Y como ella siempre quiere os lo comente, pues os lo comento. Mi madre os recomienda la visita al Monasterio de Rueda, en donde se ha encontrado muy a gusto. Ahí queda ^^