jueves, 26 de agosto de 2010

Ningún juguete se queda atrás

¡Andy os estaba subiendo al desván!

Hace unos días fui a ver - ¡por fin! - Toy Story 3. Qué emocionante: ver crecer a Andy. Creo que la mayoría de personas que lean esto - si es que alguien lo lee - me entenderá. Toy Story formó parte de mi infancia, y de la de muchos. Woody, Buzz, el señor Patata, Hamm, Rex o Slinky eran mis juguetes también y, ahora, tantos años después, me he vuelto a sentir en la piel de Andy. Ambos hemos crecido y crecer significa descubrir cosas nuevas, pero también dejar otras atrás. ¿Qué hacer con esos muñecos viejos? Yo me he visto en esa situación: peluches que de pequeño solías abrazar y ahora están relegados a un rincón, libros con dibujos que te sonreían por doquier, pequeñeces que te guiñan desde esa maravillosa e inocente edad que es la infancia. ¿Qué hacer, abandonarlos o mantenerlos a tu lado?

En esta encrucijada nos ponen Pixar y Disney. Sin embargo, la tercera entrega de Toy Story no pierde la magia ni el humor que caracteriza a la saga. En la primera escena, se cumple la tradición: se presenta a los personajes en una de sus aventuras. Y sí, están todos. Tenemos a Rex, Jesse, Hamm, Slinky y, por supuesto, Buzz y Woody. Especialmente Woody. Si me tengo que quedar con alguno de esos muñecos, me quedo por supuesto con Woody. Tan dulce, tan leal, tan amigo. Y no ha cambiado nada a lo largo de los años. Así como tampoco ha cambiado la capacidad que tiene Disney de asombrarme. En esta nueva aventura, los compañeros de Andy serán enviados - ¿por equivocación? - a una guardería, en la que conocerán a muchos nuevos juguetes, entre los que cabe destacar a Ken - ¡lo que me he podido reír con él! -. Este lugar parecerá un paraíso, pero poco a poco iremos descubriendo que algunos juguetes también tienen un lado oscuro.

La entrega de Toy Story que más me ha gustado, quizá por ser la más distinta, quizá porque ahora soy "mayor" y lo veo todo desde otro punto de vista, pudiendo entender todos y cada uno de los geniales comentarios que hacen estos juguetes aparentemente infantiles. Emotiva, sí, pero divertida como nunca. Seguro que no deja a nadie indiferente. Aunque, claro, en mi opinión ha faltado algo. No entraré en muchos detalles, pues no quiero arruinar el filme a nadie, pero nos me ha faltado un guiño. Un "Andy, estamos aquí, somos reales, no nos olvides". Pero no todo podía ser perfecto. Y pese a este pequeño fallo que quizá no todos entiendan, la película es una increíble sintonía de risas, amistad, y diversión. Sobre todo, diversión.


1 comentario:

Unknown dijo...

No te dejes a Perdigón. Vale que en esta peli no haya tenido un papel importante pero me enamoré de el en la 2ª parte ^^
Sin duda una película genial. No sé qué tiene Pixar que todo lo que pasa por sus manos acaba rozando la "obra maestra". ¿Cómo un montón de polígonos en movimiento pueden producir tantas sensaciones? Me pongo a pensar en películas como Up, Wall-E, Monstruos S.A. y Toy Story con sus secuelas... No hay palabras.

Comparto contigo esa querencia por un guiño al final de la película tipo "lo hemos hecho por ti" Pero supongo que a alguien en aquel estudio también se le habría ocurrido. Algún motivo habrá para haberlo descartado, ¿no?
De todas formas, ¿alguna vez te han guiñado tus juguetes? ¿no se supone que todos están vivos? Supongo que es una forma de hacer que para todo el que vea la película sus juguetes también estén vivos. ¿O acaso nunca has intentado pillarlos de pequeña "con las manos en la masa" una vez viste la primera parte?

En fin. Como siempre, tu sinopsis ha sido genial!