-¡El cofrecito, su querida cajita! ¿No la has sacado de mi casa?
-No ha salido.
-Y dime, ¿no la has tocado?
-¿Tocarla yo? La ofende a ella y a mí. Yo me abraso en un amor puro y respetuoso por ella.
-¡Por mi cajita!
Ya añoraba el teatro. Y qué mejor forma de recuperarlo que con la función del Avaro de Molière, que ha estado con nosotros este fin de semana sobre las tablas del Principal. Y me ha gustado, me ha gustado mucho, sí señor. Quizá porque la idea de ir surgió de repente, quizá porque no tenía muy claro el argumento y éste me sorprendió muy favorablemente desde el principio. Bueno, no desde el principio. Desde que entró en escena Harpagón, el Avaro, encarnado en un brillante Juan Luis Galiardo. ¡Qué grandísima interpretación!
La obra trata de los enredos que se producen en la familia de Harpagón a raíz de la avaricia de éste: los deseos de sus hijos parecen condenados a no cumplirse. Pero ambos lucharán por lo que aman, lucharán contra su padre. Pero cuando toquen el talón de Aquiles de éste – el dinero – las cosas no harán sino complicarse.
Entramos así en un teatro sencillo, capaz de lograr la más pura hilaridad con unas frases, unos juegos y unos giros simples, ingeniosos y limpios que convierten a Molière en una de las más importantes figuras del teatro universal. Las actuaciones que nos ofrecen todos los participantes de la obra, la sobriedad del escenario, los rostros empolvados en un guiño a tiempos pasados, la lección que nos enseña la obra sólo pueden ser tachados de impecables.
Y, además, destacar las palabras de Galiardo al finalizar la obra y las ovaciones, en ese momento en que “se abandonan a los personajes y se vuelve a ser personas”, en ese momento en que Hapargón desaparece y vuelve el ser humano. Palabras en las que Galiardo resaltaba la necesidad de colaborar entre todos para volver a recuperar ese gusto por el teatro para retomar, así, “unos valores que actualmente se encuentran pisoteados”. Yo tomo nota, ¿y vosotros?
Si tenéis oportunidad, no os la perdáis.
¡Feliz inicio de semana!
4 comentarios:
A mi también me sorprendió mucho la obra. Sobretodo por su sencillez, ese humor tan sencillo, que no puede más que hacerte como mínimo sonreír. Fue una tarde genial, que no habría sido lo mismo sin ti!
"Tartufo" es mucho mejor Natalia, si no la has visto/leído te la recomiendo!
Me parece demasiado impulsivo valorar una obra sólo por la calidad del texto, creo que la interpretación, el trabajo de los actores, la puesta en escena, y todos esos factores visuales desempeñan también un papel, -valga el símil- muy importante, Rocío. Que una obra sea mucho mejor que otra es complicado de valorar. Quizá un texto genial interpretado de forma penosa haga que no esté a la altura de una obra sencilla puesta brillantemente en escena. ¿No crees?
Que envidia! poder ver a Juan Luis Galiardo en el "avaro" de Moliére.:)
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