domingo, 18 de diciembre de 2011

Let’s

When you are sharing your body and heart with a great woman the world fades away. You two are the only ones in the entire universe. You conquer what most lesser men have never conquered before, you have conquered a great woman’s heart, the most vulnerable thing she can offer to another. Death no longer lingers in the mind.

Ernest Hemingway en Midnight in Paris

-¿Ha salido el flash?
-No.
-Vaya.
[Then we should keep going on,
huh?]

La inmortalidad como acotación, como paréntesis, como instantes dentro de una vida mortal, que marchitará, que llorará pétalos, la inmortalidad como esa breve presión del jersey contra su abrigo, del azúcar de más en el café, de los lóbulos de las orejas y de los destellos de la oscuridad. La inmortalidad como un segundo en la hora, como seis horas en un día, como un sueño secreto de manos sucias, de objetivos perdidos, de olor al sudor compartido, de alfombras, ventiladores, calefacciones, la inmortalidad como disfraces de los años veinte, como linternas, luciérnagas, juegos, como voces altas que leen, que leen, ríen, se pierden en lo abierto y lo cerrado, en el rumor de las yemas de sus dedos. La inmortalidad como sílaba dentro de una palabra, como verso de una estrofa, camisas negras, o azules demasiado largas, queso fundido, las ocho dadas por el Big Ben, las pipas de calabaza, los nombres de los pedestales y el agua fuera de la nevera en invierno. La inmortalidad como un tú y un yo de un nosotros, de un ellos para los demás, la inmortalidad como una primera persona del plural en la gramática triste del mundo, de los motores de combustión y de las cruces rojas de los calendarios caducos.

4 comentarios:

Juan A. dijo...

La idea de inmortalidad siempre me sugiere algo trágico.

Volianihil dijo...

La inmortalidad como un tiempo oblicuo que escapa de la rectilínea de la historia, aunque sea sólo un momento.

Makii dijo...

Creo que hace mucho no pasaba por aqui...
Un abrazo :)

Makii

Pitt Tristán dijo...

Agradezco tu carcajada a la entrada de la bienvenida, siempre lo que más agradezco es hacer reír.
La inmortalidad me hace reír, no la belleza de tu texto, sino la inmortalidad como concepto; me hace reír por inalcanzable, porque su ausencia es la única cosa justa del mundo: los poderosos la ambicionan con todas sus fuerzas para ellos, y seguir viviendo cómodamente (lujuriosamente) y para los demás y exprimirlos cómodamente también. Pero no verán cumplidos sus deseos, jamás.
Si ya han puesto la jubílación a los 67, dada la inmortalidad, ¿a que edad se jubilaría la preciosa Natalia?