domingo, 1 de enero de 2012

Once

Un año más que se va, un año más del que despedirse. 365 días que han ido desgranándose, jugando con las alegrías, las tristezas, los sueños, las sonrisas de todos los que hoy vivimos su noche vieja, los últimos tic-tacs del reloj de 2011. Y entonces, cuando callen, cantará el año nuevo y volveremos a empezar, a recomenzar, enero, febrero, marzo, ya sabéis cómo va. Pero no podemos dejar pasar este año 2011 sin hacer un homenaje a todo lo que he vivido, lo que hemos vivido juntos, como prólogo de aquello que aun nos queda por vivir.

Este año he acabado Bachiller. Y he hecho la Selectividad. ¡Y he empezado la Universidad! Cuántisimas cosas en solo doce meses. Empezó el año con las lecciones de Machado en clase de Literatura y los 19 años de mi chico. Y leer a Buero Vallejo, perderte en Mágina, recordar las acotaciones de Valle Inclán, reencontrarte con Vargas Llosa y emocionarte – una vez más – con Federico, aunque esto a veces traiga discusiones amargas con tus compañeros… Y exámenes, muchos exámenes. Porque 2º de Bachiller fue un curso exigente, y con algunas que otras decepciones – leáse injusticias –, pero que, al fin y al cabo, mereció la pena.

Y entre unas cosas y otras, Nata ha seguido escribiendo, un poquito de poesía, un poquito de prosa. También me he dejado caer mucho por el teatro; inauguré el año con la genial Dolorca de la Escuela Municipal de Teatro y seguimos con el Don Juan del Teatro del Temple ¡Y leyendo! Por supuesto que sí. Muñoz Molina, Cortázar, Sabato, Kundera, Salinas, Lorca, Murakami, Sacheri, Delibes… He descubierto también cómo es leer para la universidad y ya le voy cogiendo el ritmo, desde Ovidio hasta Pinker. De la Beatlemanía no os hablo, porque ya os podéis figurar que la fiebre sigue creciendo. Sí, i got a rockin’ pneumonia. Y Colin Firth, amigos, digo Bertie, digo, cine. Sí, sí, El discurso del rey – en versión original, si no la muerte – ya está entre mis favoritas. Ý por fin he visto La vida de Brian, una de esas pelis con las que no puedes parar de reír. Y no me olvido del gran Dalí de Midnight in Paris ni del miedo que pasé viendo El cisne negro.

Y he viajado. En abril me fui de viaje de estudios a Roma y fue increíble. Cuatro días, pero cuatro días intensos: despertadores que no funcionaban, lasagnas insuperables, acento italiano, tiendas del milán, lacitos al pesto, comprar macarrones de souvenir, sentarme frente al Coliseo iluminado… Y volver a casa llena de buenos recuerdos y de fotografías (y de unos vídeos que nadie ha visto todavía). En junio me fui a la playita un par de semanas a ponerme morena y a leerme La noche de los tiempos y El público. Y luego, ains, luego, en julio me fui a Londres y viví un sueño. Dos semanas en Londres con Guille. No hay palabras para describirlo, pero solo diré que ha sido uno de los mejores momentos de este año – y de todos –. Despertarme contigo, desayunar contigo, coger el metro contigo, pasear contigo, comer fish&chips contigo, beber cafés aguados contigo… Y también dos breves fines de semana en la playa en el antes y el después.

En Agosto tampoco me pude quejar, porque mis padres me llevaron a Bélgica a comer gofres de dulce de leche y a Holanda a comer patatas fritas. Bruselas y Ámsterdam, claro que no me puedo quejar, dos destinos más que recomendables. ¡Y para acabar el verano, otra escapada improvisada a la playa con mi chico! Esto sí que no lo cambiaría por nada del mundo: sentarte en las rocas negras que se meten a jugar con el mar, sentarte allí por la noche, mirando a ningún sitio, con solo alguna lucecilla de pescadores pacientes o juerguistas o ambas cosas, sentarte en ese espolón (iji) de película o en la arena abandonada y que luego tengas que ir corriendo a la moleskine a escribir todo lo que te ha pasado, las palabras exactas, los objetos invisibles, para no olvidarlo nunca. Objetos, palabras, promesas bañados de arena, sí, la de tus bolsillos. Y aun nos deparó el 2011 un finde en Madrid viendo a Goya y perdiéndonos por el barrio de las Letras.

Ahora estoy aquí, recordando todas las cosas increíbles que me han pasado este año, cuántas cosas he aprendido y cuánto he crecido. En febrero hice un año con Guille y en junio yo cumplí los 18. He recitado versos de Lorca con lágrimas en los ojos – y en las yemas de los dedos – y memorizado frases de Muñoz Molina que describen cosas tan inefables como los cuadros de Turner: el estupor de haber sobrevivido a la felicidad y seguir sobreviviendo a ella día a día, y superarla una y otra vez, gracias a tantas personas que no sé por donde empezar.

Primero, claro, todos los bloggeros que seguís cayendo en picado aunque no comentéis o sí lo hagáis, o yo no escriba lo suficiente o escriba demasiado. Como el año pasado, he de destacar a Rocío, que hace un café muy bueno aunque a veces lo borre y lo reborre. También, Nerea y Jose, que siguen superando las fronteras digitales: las charlas literarias con Nerea que no tienen precio y los churros en la Buñolería con Jose y sus paranoias artísticas en sus siempre incontables blogs. Asímismo quiero dedicar a Ángel una gran sonrisa, por sus apuntes y por su amistad. Mandar un beso también a mi super tío Miguel, que sigue recomendándome buena música y, por otro lado, a mi prima Inés, que más que prima es amiga. Este año mi mamá se ha hecho facebook y desde aquí tengo que mandarle no un beso, sino un besazo, ¡porque es la mejor madre del mundo!

Llegar a la universidad me ha permitido conocer a gente increíble. Hablo, por supuesto, de los filólogos (o de los protofilólogos, claro): Julia, Yaiza, Delia, Carlota, Ana, Garoa, María, Alberto, Jorge, Diego, Pablo… Con vosotros incluso las clases de latín se hacen llevaderas – metira, siempre cae el café –. Y tampoco me olvido de los Documentalistas Delegados – doble d, qué miedo –: Amelia, Roberto, Víctor, ¡ha sido un placer conoceros, con vosotros me lo paso en grande! Y aunque ya no nos podamos ver todos los días, sé que siempre puedo contar con las Elisas, Celia y Pilarcha. A Marta tampoco la veo ya tanto, pero me maravillan sus acuarelas. Echo mucho de menos a Luz y reirme con ella en clase, pero sé que la tengo cerquita, a una llamada de móvil, y que los findes me reserva un hueco de su apretada agenda. Tampoco puedo dejar de mencionar a Fran y a Jorge, y especialmente a mi cuñado Álvaro que, de cuando en cuando, me cocina tortitas.

Pero, por supuesto, dedicar esta entrada – como tantas otras cosas – al que es mi leitmotiv desde hace ya dos años: Guille, mi Guille, muchas gracias por este 2011 de aventuras. Gracias por este año de atajos hacia casa.

¡Y para todos los que leeis e sto – si es que habéis llegado hasta aquí abajo – un muy feliz año 2012, lleno de alegrías, sueños y buenos momentos!

Now go on shining,
shining like brand new…
[Año nuevo, brillo nuevo. Nuevas aventuras, más cafés, nuevos libros, más Beatles, nuevos impermeables, más paraguas grandes.]

¡Sed felices!


6 comentarios:

Elisa dijo...

Suerte en el 2012 Natalia! :)

Anónimo dijo...

¡Feliz año nuevo!
Un besito :)

Cel dijo...

Feliz año Nata!
*Esperemos que en 2012 veamos los videos de italia*

Juan A. dijo...

Lo intentamos. Besos y felicidad también para ti.

La sonrisa de Hiperion dijo...

Espero que hayas tenido una muy buena entrada de año, un placer como siempre haberme pasado de nuevo por tu casa.

Saludos y un abrazo.

Unknown dijo...

Me encanta poder leer cosas tan chachis, y me encanta que sean tuyas. Me encanta estar a tu lado. Te adoro!

Mi persona favorita, "this will be our year" decías hace un año. Tú has hecho que lo sea. Cada momento especial de este año lo he pasado a tu lado (y seguramente han sido culpa tuya) This WAS our year, pero el que viene, oh, cielo, el que viene... verás que entrada, cielo (te lo prometo) y eso que sólo hemos puesto la punta del pie!

This IS our life, our life together ^^ ¿Me acompañas?