Diez

¿Cómo despedirse de este año? ¿Cómo reducir a una entrada de blog este año 2010, con esa zeta final que tantos zumbidos prometía y tantas vivencias nos ha regalado? Es complicado. Muy, muy complicado. Pero… ¡qué bien que lo sea! Porque eso demuestra la cantidad de cosas increíbles que me/te/le/nos/os/les han sucedido. Se agolpan en mi mente todas ellas e intuyo en este entrada un cúmulo de ideas incompletas; una entrada inacabadada donde lo plasmado no se acercará a lo vivido. Pero esto es un rasgo más del 2010: todo lo indescriptible que me ha deparado.

He visto muy buen teatro –y más que muy buen teatro en el caso de Luces de Bohemia- y he visto muy buen cine – y más que buen cine en el caso de las dos de DiCaprio: Shutter Island y Origen –. He cultivado mi obsesión por los Beatles una y otra y otra vez, descubriendo a The Clash y redescubriendo a Bowie, Chuck Berry o Jerry Lee Lewis. Con un Bachillerato viento en popa, sigo en mis trece en cuanto a estudiar Hispánicas. Así que este año me he volcado en grandes autores de la Literatura, no solo española, sino universal; destacaré, sin duda alguna, a Orwell y a Muñoz Molina como los que me han maravillado este año y, sin duda alguna de nuevo, a don Federico como la figura que supera a cualquier otra. Este año he seguido escribiendo, cosechando cosas curiosas y sembrando algunos versos a tientas. Y he viajado: he visto Madrid con otros ojos – me he dejado caer por la Residencia de Estudiantes, incluso –, he conocido Andalucía y me pateado Francia. También me he enfrentado a casi un verano en el extranjero con seis semanas en América, de las que salí sana y salva, gracias como ya dije cuando me iba, a todas las cosas que me dejé aquí, que no cabían en la maleta.

Ya en febrero, empecé a hacer lo único que he hecho este año: crecer, crecer y ser feliz. El 2010 me ha enseñado muchas cosas, pero sobretodo, aunque suene a típico topicazo, el cómo las cosas suceden cuando menos las esperas –¿Inglés? ¿Ahí? ¿Cuatro horas a la semana? ¡Mamá, por favor!-. Y cuando digo que no tengo palabras para describirlo, es porque de verdad me faltan. Aquí sólo puedo balbucear, como otras tantas veces a lo largo de estos 12 meses: no importa, son viejos, Nietzsche, don Max, mi portal, Abbey Road, Pans, los buses, las tardes, tú. Y comenzó así una suerte – esta palabra que es tan mía – de bucle infinito de todo y de nada, de crecer, como ya he dicho, crecer y ser feliz.

Tanta gente ha hecho esto posible. Os tengo que agradecer tantísimas cosas… Empezar por todos los que día a día caéis en picado y hacéis posible que este blog respire, haciendo especial hincapié en Nerea y Jose, amigos que ya rebosan las fronteras digitales. Saludar también a los nuevos compañeros, especialmente a Rocío y su cafetera y a Jío y su Zaragózame. Y continuar por todos los que día a día estáis ahí, pase lo que pase: Elisa M, Elisa V, Celia, Pilarcha, no sé que sería todo sin vosotras; pero también Luz, Yaiza , Raquel, que pese a la separación me seguís resguardando; o como todas personas que he conocido este año, como Fran, que siempre me hace sonreír. Pero de todo este año, con todos sus recovecos, curvas, lunares y rincones, he de dar gracias infinitas, abrazos, besos, todo lo que se merece, a Guillermo pues él ha sido quien de verdad ha hecho del 2010 el mejor año de mi vida.

Feliz año a todos
y para que esta estela del 2010 tiña también al 2011.

Uno, dos, tres, cuatro,
¿Me dáis un poquito más, por favor?
Cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez,
y ya sabes lo que viene.