Demasiados complementos del nombre; demasiadas preposiciones y demasiados artículos; demasiadas esperanzas vertidas sobre esa mujer incorrupta, esa momia de tirabuzones con versos del Cantar de los Cantares en el escote de cera; demasiada belleza contenida en un libro, en un solo libro, en solo seicientas páginas, ni un solo diálogo, solo comillas, puntos, cierres, espacios en blanco. Estimado Señor Muñoz Molina, lo admiro profundamente, nunca deje de deleitarnos con esa magia suya.
Atentamente, su leal lectora, una chica llamada Natalia que está a punto de empezar la universidad, que se muere de ganas, que está esperando que pase algo para poder plasmarlo aquí, a sus lectores, que los debe de tener ya aburridos por este verano de entradas breves y simulacros de música. Pero como dice su amiga Nerea en su cultural, ya seremos serios y diremos cosas interesantes en el blog cuando empecemos la rutina dentro de un par de semanas, de nuevo en la ciudad del cierzo. Hasta entonces, me perdonaréis la ausencia.
Prometo volver.
Muy pronto.
(:
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